sábado, 27 de febrero de 2021

EL(LA) ORIENTADOR (A) EN SU CAVERNA .Edwin Perilla Rueda

 


La ambigüedad que ha tenido el rol del docente orientador, en su misma concepción, normatividad y procesos de evaluación, ha derivado en que esta pregunta se constituya en una constante de los procesos dialógicos, de interacción y de intervención. ¿Que se espera de nosotros?, ¿Hacia dónde mis acciones me definen o redefinen la acción disciplinar del orientador escolar? En últimas ¿qué es lo que debo hacer? Tal vez muchos no tuvimos la oportunidad o el tiempo de cuestionarnos o abordar este interrogante;  simplemente nos delimitamos a cumplir las múltiples expectativas que se tenían de nosotros.

Fue de esta manera que en la práctica se fueron destacando entre otras tantas actividades que iban desde: cuidar salones en ausencia de un docente, encargarse de la entrega de refrigerios escolares, hacer acto de presencia en los eventos a los que el rector no podía acudir, hacer seguimiento a las horas de servicio social, brindar el servicio de enfermería, camilleros,  hasta acompañantes a hospitales y centros de salud, otro tanto fue auxiliar de coordinación, asistente en los procesos de convivencia escolar, dispensario de primeros auxilios, aula de acompañamiento para estudiantes sancionados o cuidadores de los espacios a los que los docentes no podían llegar e inclusive docentes especiales para estudiantes de inclusión.

Si abordamos las expectativas de los estudiantes y padres de familia el escenario se haría más complejo, pues abarca desde ser paño de lágrimas de las múltiples relaciones emocionales que se gestan en los pasillos y aulas de clase, hasta el abordaje de intricadas problemáticas familiares que nos ponen cara a cara del quehacer profesional de funcionarios de comisaria y defensorías de familia.  Hicimos propios los problemas estructurales de una sociedad que emana problemáticas de violencia familiar y dinámicas disfuncionales cada vez más diversas.                                                                                             

Hemos sido la última esperanza de quienes por nuestra intersección pueden salvar el año, hasta el tropiezo de quienes nos ven como alcahuetas al sugerir procesos de planificación en población joven. La opción de quienes nos ven la mejor forma de informarles a sus padres de su embarazo, de su orientación sexual, del tatuaje oculto y de sus adicciones. El entramado de los secretos y las revelaciones. La esperanza del cambio para el hijo rebelde, el adolescente silencioso, de los que no pueden ni quieren aprender.

Terminamos siendo el actor no clasificable, el docente que no está en el aula y el directivo que no dirige, aquel agente cuya acción no es cuantificable toda vez que no lleva un currículo, y en algunos casos termina siendo una isla desde donde mucho se espera pero poco se le brinda. Todo bajo la frase ineludible de “es que el anterior orientador si lo hacía o en otras partes es así”

Nuestro escenario de acción es más aun diverso, algunos desde una oficina apenas acondicionada, bajo una escalera oscura, desde algún cuarto con unas cuantas mesas y sillas, otros desde escenarios de oficina más modernos y sofisticados con la iluminación adecuada pero en su función y realidad una caverna. Un espacio indescifrable de autonomía y expectativas, de silencios, incertidumbres e incógnitas que se constituyen como retos, entre ecos de críticas que señalan que haces de todo y nada haces. Con un mundo de retos que parten de 800 pero que no tiene limitantes en cobertura.

Es a partir de lo anterior que la alegoría de la caverna que plantea platón, redundo en la búsqueda de estrategias que nos permitieran en el acompañamiento y en el dialogo construir caminos que nos  condujeran a encontrar luces en la definición y redefinición de hacia dónde y cómo construir una identidad del quehacer del docente orientador en escenarios que iban desde los más adversos hasta los más asertivos en términos de entendimiento y empatía. Surgió entonces una balsa, un camino donde la interacción y el dialogo nos revelo, nos sirvió como espejo para entender que nuestras dinámicas no eran tan disimiles, que habían otras realidades y otras alternativas, que nuestro campo de acción era muchísimo más amplio que las limitantes referentes o nuestra comodidad de esa pequeña zona de confort de hacer sin confrontar, de cumplir las expectativas sin medir las consecuencias tanto en nuestros tiempos como en nuestra salud física y mental.

Nos descubrimos en otro, otro que planteaba estrategias, que recreaba su realidad a la opción de posibilidades que entre flores, chocolates, investigación, terapias, dinámicas e interacciones fueron ampliando los hasta ahora limitados campos de aplicación de su rol. Nos descubrimos sanadores, terapeutas, investigadores, acompañantes, concejeros, soportes, guías, transcriptores, yoguis, enlaces, lideres. Encontramos respuestas a las inquietudes sobre casos y procedimientos, sobre derechos, habilidades y posibilidades. Nos confrontamos y nos empoderamos como actores claves de los procesos educativos e incluso sociales aún más complejos, …ya nos vemos.

¿Hemos salido de la caverna? Tal vez el camino aun esta distante. Es posible que los temores continúen presentes, quizás aún necesitemos de la aprobación del gran otro, quizás continuemos mirando con detenimiento los reflejos incipientes de aquellos imaginarios que nos perciben con desgano de ser una figura burocrática atada a un cargo aun incomprensible para muchos, tal vez todavía sintamos la comodidad de ser asimilados en ese pequeño espacio donde debamos responder afirmativa y prontamente a las expectativas resultante de tantos anhelos románticos ajenos y muchas veces propios.

Hoy tenemos una fecha que nos conmemora, un día en que la palabra orientación redirige su sentir hacia la re significación de lo que podemos y debemos hacer no solo en las escenarios intramurales de nuestras instituciones, sino un mundo de posibilidades hacia los escenarios de reivindicación como gremio, de agentes investigadores, de transformadores sociales, de sujetos políticos que requieren posicionarse ante un sociedad cada vez más desafiante.

Con todos estos desafíos y contrastes, es un reto gratificante decir.

Feliz día del orientador(a) Escolar.                         Edwin Perilla Rueda- provincia Alto Magdalena. REDFO

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